Hicimos unos huevos duros, pusimos agua y café en sendos termos, mate y yerba, sin olvidar la bombilla.
Preparamos un trozo de carne a la olla, que quedó blanda y sabrosa. La cortamos en filetes fáciles de comer solos o de acomodar en un trozo de pan.
Fué buena idea llevar lechuga lavada y bien seca.
Verificamos que contábamos con buena música para escuchar en el viaje. Por supuesto, en mi caso, la cámara y suficiente rollo para buscar inspiración.
Echamos algo de bencina y unos pesos para peaje, también un mapa impreso de google maps que a veces fué util.
En el camino, ya casi al llegar a destino, compramos pan amasado y
quedamos listos para un almuerzo opíparo en el paisaje adecuado.
Llegamos a un
lugar frente al mar y dejamos
el auto bien estacionado, en el comienzo de un sendero que bajaba hasta la playa, ideal, sin nadie más en los alrededores... nos
instalamos por ahí a
almorzar unos "emparedados" con o sin mayo, con o sin tomate, aceite de
oliva...
Como ahí el motor del vehículo se detenía por un par de
horas, incluso fue posible abrir una botella de vino, siendo la ocasión
propicia.
Disfrutamos del silencio y de la conversación, de la comida
y del paisaje, de la compañía.
Y regresamos a Santiago, tarde pero
contentos.
(extracto de un paseo que haremos en algún momento)
2 comentarios:
después del paseo con mis hijos de ayer, hay que considerar la variante de llevar una parrilla, carbón y comprar pescado fresco temprano en La Boca... pero no choritos
en realidad no es un buen cuento, no está bien escrito y lo que puedo decir en su favor es que es una intención de compartir, de dejarse envolver por la naturaleza un fin de semana cualquiera, es en realidad una invitación, sin mucha complicación, asi, en media hora se arma y ya está.
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