jueves, 4 de marzo de 2010

Terremoto

Santiago, miércoles 3 23:00.
Hace 25 años, entre réplica y réplica nos fuimos acercando con la que sería luego la madre de mis hijos. Es que ella tenía miedo y yo soy super valiente pa' los temblores. Hace cinco minutos nueva réplica, y otra hace unos 20 minutos, que venía de un 6.1 frente a costa de Valpo. ¡Tan informada esta sociedad de la información! Pero este terremoto ha sido distinto. Más allá de que me pilló solo, o sea sin pareja quiero decir, más allá de eso, ha sido distinto socialmente. El '85 había un sentimiento contra la dictadura y de algún modo había una red social. Por otro lado, si algo hay que reconocerle a los milicos es que son organizados, claro, son super jerárquicos, entonces son organizados por defecto. Ahora no, ha sido un despelote. Más encima entregando el gobierno, y el "electo" que está que corta las huinchas y lo único que quiere es ser presidente, se le nota. Claro que flojito para levantarse, llegó a la Onemi al mediodía, mientras que la presidenta fue la primera en llegar a eso de las 4 y media de la mañana. Y haciendo declaraciones el lindo, mientras había gente que trabajó toda la noche. Y después que agradecía que le hubieran hecho caso, bien pendejo lo  encuentro, no es el momento para obtener pequeñas ventajas políticas. Pero el gobierno tampoco se salva. La falta de energía y comunicación con los afectados, la sensación de desprotección y de demora en la respuesta devino en ley de la selva y a poco andar los supermercados eran saqueados descaradamente y frente a las cámaras de la televisión. Los canales de televisión se hicieron un festín con estas tomas y entrevistaron a los saqueadores, los filmaron mientras sacaban de todo menos alimentos, plasmas, lavadoras, todo esto como quien va al Mall, en familia, Amaro Gómez entrevistó a un padre que llevaba un plasma junto a su pequeño hijo. Asi, mientras mucha gente en la zona más afectada veía con temor como se desbordaba el saqueo y no se quedaba en los grandes supermercados sino que también se animaba con los pequeños negocios de barrio y con las casas, incluso de afectados por el terremoto. Bien distinto este terremoto. Hace 25 años había una gran división, la de los que estaban a favor del gobierno y los que estábamos en contra. Hoy el país está más dividido. Cualquiera que agarra un micrófono pòr cualquier motivo tiene que dejar en claro que el es de los buenos y que los otros son los malos. Los saqueadores son los malos. Los que miran la tele y exclaman con los periodistas que esto no tiene nombre, son los buenos. Los que piden militares y bala para los saqueadores y lumpen son los buenos, los humillados frente  a las cámaras por intentar robar bencina de una estación abandonada son los malos. Pocos dicen que los que construyen edificios que colapsan estando nuevos, o los que remarcan sus precios con 3 veces el precio de antes del terremoto, son también "malos". Los que hicieron las cláusulas en los contratos hipotecarios para que no sea exigible ningún pago o garantía frente a un desastre como este, en fin, de eso no se habla tanto. Yo sólo quiero decir una cosa. EStamos cosechando lo que hemos sembrado con sueldos miserables, con una sociedad de consumo salvaje, con impunidad para el robo de cuello y corbata, con connivencia entre la gran empresa y la clase política. Hoy salieron las sentencias por el caso Inverlink. La secretaria del Banco Central la que más carcel recibió, 4 años. No van a resolver el problema del lumpen y el saqueo con balas militares. O con mano dura. Estamos frente a un problema cultural que está emparentado con el acto de botar los papeles de los helados en el pasillo de la micro y que nadie diga nada. Da lo mismo. No existe el "ser mejor", las oportunidades son muy escasas, la educación es una burla. Pasaron 20 años y no resolvimos lo grueso, la igualdad de oportunidades se quedó en promesa electoral y hoy vivimos en una sociedad tan desigual que la delincuencia gana terreno porque es una mejor opción que trabajar como esclavo por 200 mil pesos. Sería fácil echarle la culpa a la Concertación, pero
no basta. Va a ser necesario que todos quienes vemos el problema hagamos algo y que vayamos haciendo converger los esfuerzos más allá de lo institucional. Va a ser necesaria una revolución en la forma de vivir en esta sociedad. Tendremos que hacernos cargo o aceptar el la ley del más fuerte.