viernes, 29 de abril de 2011

En memoria de Patricia Heras y por la Libertad de Rodrigo Lanza

Date: Fri, 29 Apr 2011 11:17:27 +0200
Subject: Por favor...leer y Difundir...en memoria de Patricia Heras y por la Libertad de Rodrigo¡¡¡
From: nancygarin@gmail.com
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CARTA ABIERTA AL ALCALDE DE BARCELONA JORDI HEREU

Señor Jordi Hereu:
Este martes 26 de abril del 2011 se suicidó Patricia Heras, una de las encarceladas por el caso de Sant Pere mes Baix.
Le refrescaré la memoria por si no sabe a quien me refiero.

El 4 de febrero del 2006 se realizó una mega-fiesta en una casa ocupada, de propiedad del Ayuntamiento, y que había sido precintada. Los vecinos reclamaban por el ruido y se dispuso la presencia en el lugar de cuatro Guardias Urbanos. Cerca de las 6.30 am de esa mañana, se produjo un enfrentamiento, en el que, desgraciadamente, quedó en estado vegetal un policía. Se detuvieron a siete personas en el lugar. Tres de ellas que estaban en la calle y cuatro que salieron de la fiesta. Mas tarde, se detuvo a Patricia y a un amigo suyo en un hospital. Esa manaba la policía entregó un informe al entonces Alcalde de Barcelona, Joan Clos que, como él mismo ha incluso ratificado anos después, decía que “una maceta lanzada desde el interior del edificio” había herido al policía. Nadie sabe qué sucedió con ese informe, al parecer ni el mismo señor Clos, pero desde luego que usted, señor Hereu sí lo sabe. Usted era entonces Concejal de Seguridad y Movilidad del Ayuntamiento de Barcelona, y es lógico que en una situación tan grave, este informe halla seguido su curso correspondiente antes de llegar al entonces Alcalde.

También sabe de este documento la, entonces Consejera de Interior, Montserrat Tura. Pero claro, había un policía gravísimo, y el Ayuntamiento era propietario del edificio desde el que se lanzó la maceta, además de responsable de haber enviado a cuatro policías, sin protección, a un lugar donde habían mas de 1.500 personas. Lo que sí sé, es que el informe desapareció. La versión de la policía fue cambiada por otra que permitía culpar a las personas detenidas al azar y, de esta manera, sacarse la responsabilidad de encima y comunicar con bombos y platillos que “justo”, increíblemente, se había arrestado a todos los culpables del altercado. Para hacer esta nueva versión, hicieron pasar a los camiones de limpieza del Ayuntamiento que lavaron la calle borrando todas las pruebas. Luego redactaron el cuento con los nombres de los detenidos, culpando de lo más grave a los sudamericanos. Esto, señor Alcalde, se llama corrupción y racismo. A mi, como madre de Rodrigo, el principal inculpado, se me habla siempre del policía herido. Claro. Hay una victima grave: hay un policía que quedó para siempre en estado vegetativo. Pero ustedes, para quitarse la responsabilidad, en vez de investigar lo sucedido, que es lo que todos siempre hemos pedido, cambiaron los hechos, callaron la prensa, culparon a los más débiles y luego pintaron la situación con bonitas palabras. Le dijeron a la mujer del policía y a sus hijos que fue Rodrigo quien lanzó una piedra (la segunda versión es de una piedra lanzada desde la calle, así podían acusar a alguien que detuvieron allí y que no estaba en la fiesta). No les interesa que esa mujer sepa la verdad, al contrario, así para ella su dolor tiene un rostro, mi hijo. Así ella no sabe de la responsabilidad del Ayuntamiento por la situación de su esposo. Jugaron con el derecho de ella y de sus hijos a saber la verdad, o al menos, a intentar saber qué sucedió. A los tres sudamericanos se los tuvo dos anos en prisión preventiva. Le recuerdo señor Hereu, que hicimos hasta una huelga de hambre para pedir justicia. Le recuerdo que prometió en publico recibirme, para luego no hacerlo. Se realizó una farsa de juicio, porque la sentencia de culpables ya estaba escrita tanto por usted como por la señora Tura.

Se apeló al Tribunal Supremo que ratificó la sentencia. Se pidió un indulto. Nada. Los cinco principales acusados tenían que entrar a prisión. Rodrigo ya ha cumplido mas de tres años preso. Esto le pasó a los 21, ahora tiene 26. Patricia entró en octubre a la cárcel. Salió dos meses después en tercer grado. Tenia que ir a dormir a la cárcel y trabajar durante el día. A veces la iba a ver a su trabajo, me abrazaba entusiasta pero me decía lo difícil que se le hacía ir a dormir a la cárcel. Ya sé que no le interesa, pero igual se lo digo. Patricia tenia una mirada tan transparente que la ocultaba entre dos rizos, porque era un mirar abierto, de un espíritu hermoso y bueno, pero herido y sufriente. Patricia era un ángel que necesitaba sus alas para volar, y ustedes se las cortaron. Yo puedo entender a los policías que mintieron, acusando a los chicos, porque eran amigos del policía herido y necesitaban descargar su rabia con alguien. Lo podría entender, pero no lo acepto. Lo que no puedo ni entender ni menos aceptar es planificar un montaje para culpar a inocente, lo que hicisteis vosotros, los políticos.

Usted la mató, señor Hereu, la mató su cobardía, su falta de carácter y sentido de la justicia, su inmoralidad como político representante de todos nosotros desde su protegido ministerio. La mató Montserrat Tura, por los mismos motivos. Es culpable de su muerte también Joan Clos, que no hizo nada ni fue al juicio para ratificar lo que ya había dicho: que las acusaciones eran falsas. También son culpables de su muerte la Jueza de Instrucción Carmen García Martines, los jueces de la Audiencia Provincial Jesús Barrientos Pacho, Carlos Mir Puig y Jesus Navarro Morales y los jueces del Tribunal Supremo D. Adolfo Prego de Oliver y Tolivar, D. Perfecto Andrés Ibáñez, D. José Ramón Soriano Soriano, D. Manuel Marchena Gómez, D. Luis-Román Puerta Luis. Todos vosotros matasteis a Patricia, y yo no se los perdonaré jamás. Los desprecio porque sois corruptos y malvados, y les tengo lastima porque no llegáis ni a la sombra de Patri, ni de mi hijo Rodrigo, ni de ninguno de estos chicos y chicas acusados y castigados tan injustamente. Habéis tratado de corromperlos a ellos, de hacerlos mentir con promesas de libertad para probar el montaje construido, pero no lo habéis logrado. Patricia tuvo que volar en la libertad de la muerte. Rodrigo está y seguirá luchando desde la cárcel, siendo, como él dice, libre a pesar de los muros, porque en el mundo, aunque ustedes no lo veáis, aun hay belleza, amor y valores, aun hay personas que no se dejan ensuciar con vuestra mierda y que, cada uno en su modo, son libres a pesar de las cárceles.
Y yo, Señor Hereu, no pararé hasta que hayáis pagado vuestros crímenes, a no ser de que tengáis un ápice de humanidad e intentéis reparar lo irreparable.
Con desprecio,

Mariana Huidobro
Barcelona, 28 de abril 2011

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domingo, 10 de abril de 2011

San Román

Callado en su taller, o en la quinta sembrada todos los años, con su overol de mecánico y su boina y su bigote también, ahí está San Román, con generaciones de ciclistas preparando sus bicicletas para rendirle un homenaje, para decirle gracias, como quien agradece a un padre sus desvelos cuando ya ha llegado la hora de que parta. Hace poco vi una foto de una fiesta de disfraces donde aparece él y mis padres, todos disfrazados. A ese San Román yo lo conocí poco, pero no puedo decir que no haya sido una persona alegre, siempre con una broma, siempre preocupado de nosotros. Recuerdo un día que salí a entrenar, recién iniciado en el deporte del pedaleo y cuidando mi estilo, mi postura sobre la bicicleta. ¡Ten cuidado Castro! me dijo, y a los quince minutos yo volvía con la bici al hombro. No alcancé a andar 5 cuadras y choqué con un taxi estacionado, por ir mirando que mi pedaleo fuera redondo, que el arqueo de mis brazos fuera cómodo. "Si, si", le dije no dando demasiada importancia a la advertencia y luego tuve que volver al taller, a poner la cara por la torpeza de dejar una rueda chueca y quedar yo magullado. Fue severo en advertirme nuevamente que anduviera con cuidado, pèro también me pareció verlo sonreir disimuladamente por la historia al ver que no tenía daños mayores. Eramos un grupo de varios amigos los que llegábamos semana a semana a preparar nuestras bicicletas, recibir nuestras instrucciones de entrenamiento, discutir las estrategias para enfrentar a nuestros archirivales del club Sokol. La competencia con ellos nos animaba a entrenar, pero también San Román, que nos podía salir a acompañar en su auto, un antiguo Borgward Isabella los treinta kilómetros que yo solía hacer por el camino que sale hacia el norte desde mi Punta Arenas natal. San Román, y no me voy a dar más vueltas, fue un padre para mi en esa época. No digo que yo no tuviera un padre, si lo tenía. Pero San Román acompañó mis primeros pasos en la adolescencia ñoña de deportista, entre los 12 y los 15 años. Fueron cuatro años de no bajarme nunca de la bici, pero también fueron cuatro años de compartir y de recibir valores, actitud, unas galletas de quaker que de repente preparaba la tía Kika, gran amiga de mi madre que falleció también tempranamente. San Román sufrió esa perdida, se le notó, pero no hablaba de eso. Siguió viviendo en esa casa que ya estaba sola porque Fernando, su hijo ya grande había partido primero a estudiar a Santiago y luego hizo su vida y su familia en su propio hogar. Gente buena, gente hermosa que hoy cuesta encontrar, gente que con sencilla sabiduría transmitió lo mejor a su familia y a los amigos y que dejan un gran vacío por llenar, si alguna vez somos dignos de reemplazarlos en esta posta de hacer un mundo mejor con nuestros sencillos e intimos actos. Vi a San Roman amorosamente cuidado en la casa de su hijo desde el accidente vascular que no le permitió seguir viviendo solo. Tampoco le permitió hablar mucho a partir de ahi, pero la mirada seguía intacta. Y no dejó de gastarme una broma. Probablemente me habría dicho que aún hoy me ganaba en una bicicleta en una carrera corta. Creo que mucho de mi actitud en la vida se formó en esa época, y mucho de eso se lo debo a San Roman. Néstor, que tu viaje siga, que lo que transmitiste con el ejemplo no muera, necesitamos muchos San Román en estos días. 9 Abril, 2001.