sábado, 24 de julio de 2010

Miedo 3

Muchas veces sólo el humor, ese que siempre le permitió reirse de si mismo, fue su única salida. Cada vez que cruzaba ese umbral, algo sutilmente se quebraba adentro. Ya que no me invitaste a dormir contigo esta noche, vente mañana a tomar desayuno, te vienes en el auto, bien abrigada, en pijama con un abrigo encima, pasas por la pastelería, subes, dejas los pasteles en la cocina, y te metes a la cama... De esas historias, inventadas para que sean, pero que no fueron, muchas.
Desayunó en silencio, leyendo su Time Line de Twitter, riendo con algunos de los textos, el último juego de @AleJodorowsky estaba entretenido y había "tuits" divertidos, ocurrentes y otros más reflexivos Quiso escribir alguno, pero sólo pensaba en que pasaría si ella llegara con los pasteles y en pijama. Lavaba los platos para despejar la mente cuando sonó el timbre. Eran tres pasos hasta el citófono. Y un paso para cruzar la linea, si realmente era ella. El miedo lo hizo vacilar, todavía podía no abrir, cuando sonó el primer ring del celular. Si, era ella. No había vuelta atrás. Un paso adelante sería entrar en una relación. No darlo, no entrar, sería desleal con los dos o tres últimos años. La acompañó, la escuchó, le dijo que le gustaba, le inventó esas invitaciones que ella siempre eludió con una sonrisa, esperó una y otra vez a sentir que ella lo quería, que ella lo deseaba. Y no ocurrió, si bien llegaron a un nivel de confianza e intimidad inusual. Nuevamente se había hecho amigo de la chica que le gustaba y estaba tan cerca que se le hacía evidente que no pasaba nada, que era el amigo y que para ella era sólo eso. Le dijo que tomaría distancia, que no se bancaba más esa sensación de perro mirando la carnicería y ella entendió, pero al cabo de un mes, volvieron a juntarse a tomar un trago y el se sintió de nuevo "enamorado". Segundo ring en el celular. Estoy aqui, con dos pasteles y en pijama. ábreme, hace frío. Abrió y se dijo, tengo que tomar una decisión, tengo que dilucidar en cuatro pisos de escalera si quiero armar una relación de pareja, si estoy dispuesto a renunciar al coqueteo con cada mujer guapa que me encuentro, pero más que todo, si estoy dispuesto a renunciar al miedo, ese miedo al rechazo y al abandono, en fin, ese miedo tan ordinario, a que no resulte, tan extendido como la tristeza y la soledad de las ciudades. Estaba en eso cuando se encontró con ella, enfundada en un abrigo, gorro y guantes, pero con los ojos saltando sobre la bufanda que le cubría la cara. Hola preciosa, qué bueno que estás aqui, no te vayas.